Asi comienza la nota publicada en diario Clarín el día 22 de enero de 2008,definiendo la tendencia de los nuevos turistas en la busquedad de hospedaje.
Esos son los tres patrones que definen la elección en la clase media argentina.
No se busca lujo, ni servicios innecesarios cuando se busca la playa y el bosque.
Aquí la nota:
"Alguien camina por la vereda de la calle Belgrano. Con el viento arremolinado que le sacude la cabellera, esquivando peatones apretados, llega al cruce del otrora aristocrático boulevard Patricio Peralta Ramos y las sombras del centro se desvanecen ante la proximidad del mar. El hombre mira para los costados y contempla el icónico edificio del Casino. A su lado, un auto emana cumbia mientras espera el verde del semáforo y más allá, desde el balcón de un departamento sobre la Buenos Aires, flamea con histeria de sudestada una bandera de Boca. "Mar del Plata es Argentina", murmura. Entonces se da vuelta y escapa de la Bristol. Tal vez, si el sexagenario turista la hubiese querido recordar, hubiera repetido una frase del general Perón, de marzo de 1954: "Ahora, en cuanto a la situación social, bastaría decir que el 90 por ciento de los que veranean en esta ciudad de maravilla son obreros y empleados de toda la patria".
A seis años del gran pozo económico, Mar del Plata luce como en sus años dorados: una ciudad popular, ya lejos del origen distinguido y elitista de principios del siglo XX. En ese contexto, los hoteles sindicales han sido piezas fundamentales para la idea peronista del "turismo social". Ahora, después de años de decadencia -otras víctimas de los 90- parecen resurgir, pero con una particularidad paradójicamente aggiornada a la época: ya no sólo aceptan huéspedes afiliados al gremio que les toca; además, abren las puertas al turista independiente.
Es así que la mayoría de los hoteles reconocen que hoy trabajan casi con la misma cantidad de pasajeros del gremio como de los otros. Y durante todo el año. "Tenemos un 50% y 50%. Y estamos a tope. En el 95% de los casos ocurre lo mismo en el resto de los hoteles", cuenta Verónica Ayala, recepcionista del hotel del Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (SETIA).
En Mar del Plata existen 82 hoteles gremiales, con capacidad para albergar a cerca de 10 mil pasajeros. Si bien el servicio no se califica con estrellas como en los privados, los gremios ofrecen alojamiento comparable con dos, tres y cuatro estrellas. Incluso algunos tienen comodidades de cinco estrellas (como los recientemente inaugurados hoteles de Camioneros y Obreros de la Construcción).Pero la tarifa para los particulares (más allá de lo que paga el afiliado, que es realmente ínfimo), si se compara con los hoteles independientes, es bastante más baja en la mayoría de los casos. Por ejemplo, una doble en el hotel de los Metalúrgicos cuesta 35 pesos por persona para los afiliados y 160 pesos al público. "Hay una diferencia del 20% o más con los otros hoteles. Un privado de tres estrellas, como sería ése, te saca cerca de 200 pesos", resume el conserje de un hotel sindical del centro que prefirió mantener el anonimato.
La mayoría de los hoteles gremiales dan prioridad a sus afiliados y, de existir lugar, abren las puertas a la calle. Pero en temporada baja parece ocurrir todo lo contrario. "Hay que sobrevivir al invierno", resume una fuente cercana al gremio de los municipales de la Provincia.
Los turistas los eligen, pero los hoteleros privados protestan. "Es una competencia desleal", reclaman en la Asociación Hotelera local. "Los hoteles sindicales están exentos de un montón de tributos. Pero ojo, no estamos en contra de que estén abiertos. Sí de que reciban pasajeros de la calle, porque la diferencia de tarifa es muy grande", comentó una fuente de los hoteleros.
miércoles, 23 de enero de 2008
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